Una gran pregunta que debe hacerse todo hijo de Dios que participa de lo consumado y eterno, es ¿a dónde nos hemos acercado en la práctica, para manifestar la vida que ahora vivo en la carne? Cuando uno va a los Estados Unidos, sufre para gastar porque sigue pensando en pesos! APLICAR EJEMPLO!
En la prédica anterior comprendimos que aún estando lejos de Dios, la sangre de Cristo nos hizo cercanos a Dios. Ahora somos cercanos a Dios, y esto, como una nueva condición, propia de la posición restituida en la reconciliación; pero en nuestra realidad espiritual, y en la necesaria y coherente expresión terrenal, debemos manifestarnos tal y como somos allá donde nos hemos acercado. Porque Dios no es un lugar, pero ha creado y nos ha concedido una patria celestial de la que tenemos ciudadanía, a la que también nos hemos acercado, y de la que percibimos, tomamos, y así mismo traemos a la tierra la manifestación de lo que somos. (En el mundo cada persona se manifiesta según el lugar del que proviene)
Él escritor de Hebreos, en el capítulo 12, después de hacer varias advertencias sobre la conducta necia de los que van en la dirección equivocada al camino de los hijos cercanos a Dios, empieza del versículo 18 al 24 a precisarnos a donde nos hemos acercado siendo cercanos a Dios (la dirección precisa, segura y eterna). Leamos el texto en NVI “Ustedes no se han acercado a una montaña que se pueda tocar o que esté ardiendo en fuego; ni a oscuridad, tinieblas y tormenta; ni a sonido de trompeta, ni a tal clamor de palabras que quienes lo oyeron suplicaron que no se les hablara más, porque no podían soportar esta orden: «¡Será apedreado todo el que toque la montaña, aunque sea un animal!» Tan terrible era este espectáculo que Moisés dijo: «Estoy temblando de miedo». Por el contrario, ustedes se han acercado al monte Sión, a la Jerusalén celestial, la ciudad del Dios viviente. Se han acercado a millares y millares de ángeles, a una asamblea gozosa, a la iglesia de los primogénitos inscritos en el cielo. Se han acercado a Dios, el juez de todos; a los espíritus de los justos que han llegado a la perfección; a Jesús, el mediador de un nuevo pacto; y a la sangre rociada, que habla con más fuerza que la de Abel.”
Hay aquí la descripción de dos escenarios:
El primero describe el lugar al que nosotros, ni nos hemos acercado, ni somos llamados. El segundo describe al lugar que nos hemos acercado en lo consumado y eterno.
Sabemos que estos dos escenarios son en realidad dos pactos, los dos establecidos por Dios, según su propósito; pero, lo que interesa en este texto, lo que busca el Espíritu Santo, es escudriñar dónde está nuestra realidad con Dios, dónde es que nos encontramos, a cual de ellos es que con entendimiento y limpia conciencia nos hemos acercado en nuestra realidad y conforme a cual vivimos!
El punto es que la presencia de Dios puede encontrarse en los dos escenarios. En ambos Dios habla a través de un mediador. En el primero está el tembloroso y aterrorizado Moises; en el segundo, habla por el Hijo, el mediador del nuevo pacto.
Aunque el texto no menciona el monte Sinaí, sabemos que toda esa descripción se refiere a la escritura de Exodo 19, en aquel encuentro de Dios con su pueblo indigno, en el monte Sinaí, para pactar con él. Esto fue al tercer día de haber llegado frente al monte Sinaí. Israel viene de la esclavitud del mundo egipcio y se enfrenta al pacto que les establece el Dios eterno. Veamos las siete imágenes que el escritor de Hebreos trae a referencia del ámbito de este monte al que No nos hemos acercado:
La manifestación fue visible y audible, pero Dios mismo invisible. Esta fue la manifestación del tercer día en aquella dispensación.
El ámbito era tan aterrador, que el pueblo desechó al que hablaba (a Dios) rogando que no les hablara más, que hablara con Moises y Moises les trasmitiera el mensaje. Pero en Exodo 19:5 lo que Dios les había pedido era que oyeran su voz!
Éxodo 20:19
19 Y dijeron a Moisés: Habla tú con nosotros, y nosotros oiremos; pero no hable Dios con nosotros, para que no muramos.
En este ámbito, Dios estaba lejos de su pueblo y teniendo a su pueblo por lejano, ya que aunque la montaña era física y se podía tocar, estaba prohibido tocarla o pisarla, aunque fuera un animal, porque moriría. Había una brecha, un límite entre Dios y el pueblo! Además, en ese monte no moraba Dios, era solo un lugar de encuentro, algo temporero. Este es un ámbito de ira enardecida de Dios por el pecado de aquel pueblo, un ámbito de oscuridad y temor!
Hebreos 12:18-24
“Ustedes no se han acercado a una montaña que se pueda tocar o que esté ardiendo en fuego; ni a oscuridad, tinieblas y tormenta; ni a sonido de trompeta, ni a tal clamor de palabras que quienes lo oyeron suplicaron que no se les hablara más, porque no podían soportar esta orden: «¡Será apedreado todo el que toque la montaña, aunque sea un animal!» Tan terrible era este espectáculo que Moisés dijo: «Estoy temblando de miedo». Por el contrario, ustedes se han acercado al monte Sión, a la Jerusalén celestial, la ciudad del Dios viviente. Se han acercado a millares y millares de ángeles, a una asamblea gozosa, a la iglesia de los primogénitos inscritos en el cielo. Se han acercado a Dios, el juez de todos; a los espíritus de los justos que han llegado a la perfección; a Jesús, el mediador de un nuevo pacto; y a la sangre rociada, que habla con más fuerza que la de Abel.”
en el Vr 22, el texto nos señala a dónde es qué nos hemos acercado los hijos:
El texto dice que nos hemos acercado, pero la narrativa es como “quien ha llegado” al monte Sion, al lugar de la morada de Dios, (porque somos cercanos a él y a la plenitud consumada de él) específicamente a la Jerusalén celestial. Por eso se narra como que puedes ver todo lo qué hay en la ciudad de Dios, porque te acercaste y llegaste como el que llega y está en casa! Y entonces el escritor, equilibra comparativamente lo que había en el Sinaí, con siete imágenes celestiales de lo qué hay en Sion, pero lo muestra como algo que no se puede tocar físicamente, pero sí disfrutar, como más real que el Sinaí, y visible en lo celestial y eterno. Este es el fruto del tercer día de Cristo, de su resurrección, y a esto nos hemos acercado:
Este ámbito provee ánimo, firmeza y fortaleza, es un ambiente festivo, que desvanece el terror del otro monte.
Lo que el ámbito de Sion comunica es regocijo, confianza, seguridad, aceptación, íntima relación, celebración, total plenitud entre Dios y los que participan de la misma herencia del Hijo. Allí la sangre de Cristo, la sangre del pacto eterno, reclama la absolución, la libertad de los que por ella han sido limpiados; en el Sinaí, la sangre de Abel reclamaba justicia, establecía culpabilidad.
TENER CONCIENCIA DE HABERNOS ACERCADO AL LUGAR CORRECTO, DEFINE NUESTRA EXPRESIÓN Y MANIFESTACIÓN DE VIDA; SI CONFORME AL TEMOR DE MOISES O CONFORME A LA FE DEL HIJO DE DIOS!
El ministerio de Moises se vio afectado por este temblor y miedo. Así el vivir y el ministerio de los Santos se ve afectado por el monte al que en realidad se ha acercado! ¿A que monte crees que te has acercado? Estas en temor? o en seguridad, confianza y gozo? De esto depende la eficacia de nuestro ministerio!
Moises tuvo que ministrar a un pueblo alejado de Dios, que insistía en provocarlo a ira, y eso nunca cambió! Sabemos que finalmente perdió los estribos y también desechó al que hablaba, a Dios, y en vez de hablar a la roca, golpeó la roca, y fue desechado de la operación de conquista de Canaán!
Ya sabemos que donde se percibe amor imperfecto, hay temor; y donde se percibe el perfecto amor se echa fuera el temor. El amor de Dios es siempre y eternamente perfecto; pero en los días de Moises, la manifestación del amor de Dios aún no se había perfeccionado, porque la consumación de ese amor es Cristo resucitado, exaltado e impartido!
La descripción del Sinaí nos hace entender por qué los que estaban allí no querían participar. Todo era muy impersonal: fuego, tormenta, tinieblas y unas palabras demandantes y airadas sin un Dios palpable que las pronuncie! Todo esto decía al corazón del pueblo: quédense ahí, no se acerquen, es un asunto a distancia por falta de santidad en ustedes!
Cuando vemos que la vida que muchos viven en la carne, la viven como distantes, como indiferentes, ausentes, como en temor, desanimados, paralizados, sin gozo, sin fruto, sabemos que tiene la mentalidad de haberse acercado al monte Sinaí. En la práctica, no tiene conciencia de a donde se han acercado, a dónde estaban destinados y a dónde por la fe han llegado. Siguen lejanos por el temor. Entonces, qué estamos edificando? Nuestro plantar y regar a dónde los está llevando? Seguimos ministrando a creyentes inmaduros y provocadores de la ira de Dios? Y será que eso no lo podemos cambiar ministrando la verdad de nuestro monte eterno?
Nosotros somos ministros competentes del Nuevo Pacto, somos parte de los escogidos y ministramos a un pueblo cercano a Dios, adquirido con precio de sangre, guiado por el Espíritu Santo, capacitado para oír a Dios y obedecer a la fe del Hijo de Dios! Esta es la diferencia entre aquel y este ministerio y la iglesia; que ni la iglesia es provocadora de Dios, ni los ministros están en temor! Entre nosotros hay intima y orgánica comunión!
Por eso, la descripción de Sion, la morada del Dios vivo, tiene un enfoque a lo personal y relacional; hemos llegado a Dios, a Los Ángeles, a Jesús, a otros creyentes hechos perfectos al igual que nosotros! Este ambiente festivo, de fortaleza y confianza nos dice: vengan, tomen su lugar aquí, participen e intégrense a esta congregación santa y eterna, no hay mejor lugar donde poder estar! No hay otra vida y verdad mejor que manifestar. Aquí las palabras de Dios son improntas de Amor, el mediador bajó del monte celestial mismo, vino y vivió entre el pueblo, y fue levantado para atraer al monte eterno a los que creen!
La vida que viven en la carne, los que tienen conciencia de haber llegado a Sion y perciben la fe del hijo de Dios, se manifiesta con vida abundante, gozo, gratitud, servicio, obediencia, celebración, y son gestores de ámbitos espirituales de adoración que sensibilizan nuestro hombre interior para atender al que habla, para ser fortalecidos y llenos de ímpetu y denuedo para participar eficazmente de sus operaciones expansivas!
Lo más importante es que al acercarse más y más, oyen mejor al que habla, a Dios mediante el Hijo y el Espíritu Santo, no desechan la palabra que Dios les imparte (Juan 10:27”Mis ovejas oyen mi voz”), y escuchan a los que les son puestos como edificadores (1 Juan 4:6).
1 Juan 4:6
6 Nosotros somos de Dios; el que conoce a Dios, nos oye; el que no es de Dios, no nos oye. En esto conocemos el espíritu de verdad y el espíritu de error.
Por eso la advertencia de Hebreos 12:25 “Tengan cuidado de no rechazar al que habla, pues, si no escaparon aquellos que rechazaron al que los amonestaba en la tierra, mucho menos escaparemos nosotros si le volvemos la espalda al que nos amonesta desde el cielo.”
Quien rechaza al que habla (a Dios), tiene el entendimiento entenebrecido y está frente al monte equivocado! Aquellos lo rechazaron por temor, pero igual lo rechazaron. Aún así no escaparon a las consecuencias. Vivieron como perseguidos y azotados por el esclavizante temor, muchos perecieron en su ignorancia y pecado.
Pero nosotros, que somos el fruto del perfecto amor de Dios, cómo rechazaremos al que habla? Que Dios nos amoneste en esta tierra, significa que aún somos conforme al terrenal; que Dios nos amoneste desde el cielo, significa que somos conforme al celestial! Pero hay algunos siendo amonestados y sufriendo como terrenales alejados de Dios!
Salgan de ahí! Busquen su verdadero monte, al que nos ha acercado Cristo, al que ya llegamos por la fe!
Vivamos la vida que ahora vivimos en la carne, conforme al celestial, el postrer Adan, Cristo; vivamos esta vida en la fe del Hijo de Dios! y así la amonestación no nos rechaza ni nos aleja, sino que nos acerca a lo perfecto y nos lleva a manifestarnos eficazmente al servicio de Dios! Sigamos avanzando a la plenitud de lo consumado y eterno, con manifestación eficaz aquí en la tierra!